Lara Russo y Ximena Ahumada son dos jóvenes que se valen de este oficio para viajar por el mundo “Lo que hacemos podemos llamarlo de varias formas: estatismo, instalación, el más común, estatuas vivientes. Es un trabajo que se hace generalmente en la vía pública, en espacios privadas o plazas”, explica Lara.
-¿Por qué deciden hacerse estatuas vivientes?
-Nos permite estar en contacto directo con el público. El montaje de una obra lleva mucho tiempo de preparación, dinero, equipos. Nosotras combinamos la forma para poder viajar, conocer y sustentar ese viaje, haciendo un espectáculo público, en el cual sorprendemos a la gente. Nunca sabemos que pasará.
-¿Se requiere alguna preparación o entrenamiento especial para ser estatua viviente?
-Se manejan distintas técnicas de teatro, por ejemplo la concentración, respiración, el uso de distintos puntos de apoyo con el cuerpo. Pero sobre todo la experiencia se va adquiriendo con el pasar de los años. Hay que armarse de paciencia, meterse en un mundito propio y no escuchar mucho las opiniones de la gente. Lamentablemente estamos muy expuestas a la agresión, hay muchas personas que no entienden nuestro trabajo.
-¿Cual es el mejor público?
-Nuestro mejor público son los niños dice Ximena, es increíble ver la expectativa que tienen para ver que va a hacer la estatua cuando le ponen una monedita
-¿Se puede vivir de esto? ¿Es rentable?
Depende mucho de la zona, es muy relativo. Es un trabajo que oscila entre estar muy bien o muy mal todo el tiempo. Es un desafío, nosotras no tenemos un sueldo fijo a fin de mes, tenemos que salir todos los días, pero no hay una continuidad, sin embargo todo esto tiene su magia.
Fotos cortesía de las artistas
Desirée Depablos/CNP 4.762
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